La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por ser altamente discapacitante.
En el largo plazo se relaciona con complicaciones como la ceguera, enfermedad renal crónica, eventos cerebro vasculares, enfermedades cardiacas, dolor intenso de difícil manejo y amputación de las extremidades inferiores, entre otros eventos. Acceder a una buena estrategia de tratamiento de la diabetes es clave para evitar este tipo de complicaciones.

En la actualidad existen diversas opciones que nos han permitido mejorar la calidad de vida de los pacientes y prevenir la mayor carga posible de la diabetes. El tratamiento de la diabetes se basa en tres pilares: actividad física regular, adherencia a un plan de nutrición saludable y el manejo farmacológico. Nos vamos a centrar en detallar algunos de los grupos farmacológicos de mayor uso.
- Análogos del GLP1: Este grupo de fármacos son altamente eficaces en la reducción de la glicemia (niveles de azúcar en sangre). Su mecanismo de acción se basa en la simulación de la acción de una hormona que se denomina péptido similar al glucagón tipo 1. En el escenario fisiológico normal, una vez que una persona se alimenta se estimula la liberación de esta hormona y esta a su vez estimulará la liberación de insulina. Finalmente, la insulina mediará la captación de glucosa en las diferentes células del organismo y por tanto los niveles de glicemia disminuirán. El uso de este grupo de fármacos ha supuesto un punto de inflexión en el tratamiento de la diabetes, ya que estos tienen efectos adicionales al control de la glicemia. Por ejemplo, ayudan de manera significativa en la reducción del peso y han demostrado disminuir el riesgo de complicaciones cardiovasculares y renales. En general, los efectos adversos más frecuentes son los gastrointestinales como las náuseas y el vómito, sin embargo, tienden a ser bien tolerados.
- Inhibidores del SGLT2: estos medicamentos aumentan la eliminación de glucosa a través de la orina. Adicionalmente, han demostrado enlentecer el deterioro de la función renal, disminuir los niveles de presión arterial, mejorar el pronóstico de pacientes con falla cardiaca y ayudan a disminuir el peso. Su efectividad para el control de la glicemia se considera moderada. Uno de los efectos adversos de mayor interés es el aumento de la posibilidad de desarrollar infecciones del trato genito-urinario. Una vez se inicia este tipo de manejo se recomienda la vigilancia de la creatinina en sangre (prueba de función renal), dado que han existido casos de alteración aguda de la función renal.
- Metformina: En ausencia de contraindicaciones la metformina ha sido una de las herramientas más utilizadas en el tratamiento de la diabetes. Para comprender mejor su mecanismo de acción hay que aclarar que nuestro organismo tiene la capacidad de producir glucosa, especialmente en periodos de ayuno, por ejemplo, en las noches. Entendido esto, el principal mecanismo de acción de la metformina es la inhibición de la producción de glucosa a nivel hepático. Además, incrementa la captación de glucosa en tejidos periféricos como los músculos.
- Insulina: un grupo importante de pacientes diabéticos pierde la capacidad de producir insulina y por ello ameritan el uso de insulina exógena. La insulina por ser la hormona que naturalmente regula de los niveles de glucosa es uno de los fármacos más eficaces para el tratamiento de la diabetes. El uso de insulina se acompaña de un incremento importante en el riesgo de hipoglicemia, es decir, una disminución excesiva de los niveles de glucosa, lo que puede desencadenar complicaciones graves en el inmediato plazo. Por ello, este tipo de manejo amerita un seguimiento médico estricto y un entrenamiento minucioso del paciente y su núcleo familiar.
Para concluir, el tratamiento de la diabetes es un reto en el escenario clínico, dado que demanda cambios en patrones de comportamientos, como el sedentarismo y el sobreconsumo de alimentos no saludables.
Adicionalmente, la falta de síntomas en los estadios iniciales de la enfermedad influye en la falta de la percepción del riesgo por parte del paciente, un ejemplo dramático pero muy frecuente, es que muchos pacientes diabéticos se enteran de su condición ya cuando hay efectos irremediables de la enfermedad, como un infarto o la necesidad de amputación de una extremidad. Las recomendaciones que aplican en todos los casos incluyen un chequeo frecuente de los niveles de glicemia y una vez diagnosticada la enfermedad, educarse en torno a ella, conocer los objetivos del tratamiento y establecer una relación médico – paciente que permita escoger la mejor opción de manejo.